Llevamos ya varios días desde que se decretó el Estado de Alarma para frenar la expansión del coronavirus o COVID-19 y se limitaron las salidas a la calle a las mínimas imprescindibles. Tras las recientes noticias de ampliación del periodo de confinamiento, es muy importante mantener unos hábitos y rutinas adecuados que contribuyan a cuidarnos emocionalmente.
Es muy probable que en la primera semana te hayas sentido desubicado y hayas pasado por una multitud de estados emocionales (ansiedad, mal humor, aburrimiento, incertidumbre…). Todas estas emociones son muy normales y forman parte del periodo de adaptación que todos, en mayor o menor grado, hemos atravesado estos días.
- Muchos son los que han parado completamente su actividad laboral, con la incertidumbre económica y psicológica que ello supone.
- Otros teletrabajan intentando hacer encaje de bolillos para cuadrar tareas domésticas, escolares y laborales en un espacio muchas veces insuficiente.
- Y por último,los hay que tienen que salir a trabajar para que los demás podamos seguir disfrutando de todos los servicios y productos de primera necesidad. Éstos tienen que enfrentarse al miedo al contagio propio y al de poder contagiar a sus seres queridos. Su lugar de trabajo ha pasado de ser un entorno conocido y seguro, a ser un lugar hostil y lleno de potenciales peligros.
Pasada esta primera semana, y gracias a la inmensa capacidad de adaptación del ser humano, poco a poco nos hemos ido amoldando al confinamiento. Es en este punto cuando se hace muy importante que establezcamos rutinas adecuadas que fomenten nuestro bienestar emocional y minimicen la aparición y el efecto de las emociones tóxicas.
Por eso, he realizado esta pequeña lista que espero os ayude a minimizar los efectos del aislamiento, os la iré comentando poco a poco a lo largo de los próximos tres días. Espero que os sea de utilidad.
Pautas de autocuidado para mantener una buena salud emocional durante el confinamiento:
1- Establece rutinas familiares.
Es muy importante que los días mantengan una estructura lo más similar posible a la que llevabas anteriormente. Donde diferencies los días «laborables» de los festivos. Por ejemplo: poniendo una hora fija para levantarte de lunes a viernes y dejando en fin de semana libre de horarios. Realiza un horario donde se especifiquen los tiempos dedicados a las tareas domésticas, laborales, escolares, deporte y tiempo libre. Pégalo en un lugar visible donde todos los miembros de la familia puedan verlo. De este modo, cada uno sabrá lo que tiene que hacer y no te dejarás caer en la desidia.
2- Sé flexible.
Es muy importante que puedas modificar el horario anterior en función de las necesidades reales de cada día y del estado emocional de los miembros de la familia. Sé que puede parecer contradictorio con el punto 1, pero no lo es. Es complementario. La rutina es importante para darnos seguridad y cierta sensación de control sobre los que no sucede. Pero al tratarse de una situación excepcional, en la que nunca antes habíamos estado, es más importante que nunca poner en marcha nuestra capacidad de adaptación.
Por ejemplo. Si un día tus hijos se levantan especialmente agobiados por no poder salir a la calle, ese día puedes dedicar menos tiempo a las tareas escolares que requieran mayor concentración (lengua, matemáticas, inglés,…) y dedicar más tiempo a asignaturas como plástica, música o educación física.
Flexibilizar no significa no hacer nada, y dejarnos llevar por la pereza, sino buscar soluciones creativas a los problemas que se nos vayan presentando.
Mañana seguiré comentando más pautas con vosotros. De momento, os dejos estas dos para que podáis ponerlas en práctica. Espero que os sean de utilidad
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