La infancia es una etapa de la vida de crecimiento y formación, tanto física como psicológica, es por esto que en este punto los niños son muy sensibles a estresores tanto externos, como internos.
El sufrimiento psicológico en la infancia no se muestra como en el adulto, por eso su detección no resulta fácil. Lo más habitual es que se muestre a través de dos vías:
– En enfermedades físicas, es decir, a través de somatizaciones.
– O, a través de comportamientos disfuncionales que se suelen confundir con rasgos de carácter. En este caso, no es común que acudan a consulta hasta que afecten a la evolución escolar o a la adaptación socio-familiar.
Cuando hablamos de «Trastornos de la Infancia» nos referimos a ambas vías de canalización del sufrimiento.
Trastornos de la Infancia | Inmaculada Parraza – Psicóloga en Santander
Siendo los más habituales los siguientes:
– Trastorno Adaptativo. Suelen a parecer a raíz de cambios importantes en la vida del niño, aunque no necesariamente, dependen de tres factores: el tipo de cambio, la vulnerabilidad del niño y de la capacidad de la familia para manejar esa situación. Las situaciones más habituales en la que suele producirse este trastorno son: separaciones o divorcios, conflictos familiares, fallecimientos o pérdidas, cambios de colegio, inicio de escolarización o nuevo curso, cambio de domicilio, situación laboral de los padres, adopción, etc.
– Trastorno de Depresión en la Infancia. No suele manifestarse como en adultos, sus síntomas son: baja su rendimiento escolar, está irritable e inquieto, se queja de dolor y molestias físicas, cambia pautas en el sueño o la alimentación, se muestra triste y/o no se divierte con los juegos o compañeros que antes le divertían.
– Trastorno de ansiedad (fobias). Una fobia es un estado de ansiedad enorme ante la presencia de algo, alguien o cuando se desencadena una situación concreta.
– Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Entre los síntomas se encuentran la dificultad para mantener la concentración y prestar atención, la dificultad para controlar el comportamiento y la hiperactividad (sobre-actividad).
– Trastornos Psicosomáticos. Se asocia a una dificultad grave para expresar las emociones y/o a la tendencia a evitar conflictos que acaban reflejándose en el cuerpo . Es muy frecuente que los niños sufran este tipo de trastornos ya que suplen a través de la expresión corporal sus carencias a la hora de explicar y explicarse lo que les sucede.
– Celos o Trastorno de Rivalidad entre Hermanos. La mayoría de niños menores presentan alteraciones emocionales tras el nacimiento del hermano que les sigue. En la mayoría de los casos el trastorno es leve, pero la rivalidad o los celos surgidos tras el nacimiento del hermano menor pueden persistir marcadamente en algunos casos.
– Trastorno de Conducta. No es lo mismo la conducta agresiva que se pueda observar en un niño y que no es patológica en sí misma, aunque sí necesaria de controlar. Para considerar un trastorno de conducta es necesario valorar una serie de síntomas relacionados con la transgresión excesiva de derechos básicos de los demás en un estipulado periodo de tiempo y edad.
– Trastorno de Negativista Desafiante. Estos niños son excesivamente tercos o rebeldes, discuten con frecuencia con los adultos y se niegan a obedecer las reglas.
– Trastornos del Sueño. El insomnio, las pesadillas y otros pueden darse por causas muy diversas: falta de horarios regulares para dormir, consumo de bebidas estimulantes, preocupaciones, miedo, etc.
-Eneuresis. Es una enfermedad frecuente en los niños. Consiste en la emisión involuntaria de orina por falto de hábito en el control de esfínteres de la orina después de los 4 o 5 años de edad. Es frecuente que estas situaciones ocurran durante el sueño por lo que usualmente se denominan enuresis nocturna, si ocurren de día, enuresis diurna.
– Encopresis. Deposición involuntaria o voluntaria de heces en lugares no adecuados. En general habla de una situación de conflicto emocional.
Te ayudamos a superar los trastornos de la infancia.